Si os gusta el apio fresco, en ensaladas o para envolver o rellenar sus tallos con queso azul o con patés, deberéis utilizarlo cuanto más fresco mejor, recién recolectado para que mantenga no solo sus buenas propiedades, sino toda su tersura,
Sin embargo, si lo usáis a menudo para elaborar caldos, podéis congelar las ramas directamente envueltas en una buena bolsa de congelación. Perderá por completo su tersura y ya no servirá para fresco, puesto que estará blanducho y sin gracia, como los tomates congelados, pero no habrá perdido su magnífico sabor, que seguirá transmitiendo al caldo o sopa.
Es el vegetal con mayor contenido en sodio, pero también en potasio, por lo que resulta muy diurético. Aporta grandes dosis de vitaminas, minerales y fibra, que aprovecharemos mejor si lo tomamos entero en lugar de licuado o en caldo. Se puede tomar en gran cantidad porque tiene muy pocas calorías, 12, y casi no tiene hidratos de carbono.
Los hilos largos que tienen en los extremos las ramas de apio, así como los cardos, se eliminan muy fácilmente con el pela-verduras de cuchilla transversal.
FUENTE: Cristina Galiano.
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