Si se usan a menudo, se pueden tener siempre en casa, tanto peladas como sin pelar, ya que contrariamente a lo que siempre se ha dicho, se conservan estupendamente durante bastante tiempo, sin peligro de enranciarse, siempre que lo hagáis envasadas en una buena bolsa de plástico o en un recipiente hermético en la nevera, o en el congelador si la conservación va a ser más larga. Ni se ablandan, ni se resecan.
Para pelarlas volcarlas dentro de un recipiente con agua hirviendo y, en cuanto el agua vuelva a hervir, sacarlas bien escurridas y proceder a eliminar la piel. Todos estos pasos se pueden hacer en el microondas.
Se pueden tostar en el horno tradicional a 160 ºC, o en el microondas colocando unas poquitas en un plato, en la parte exterior de este formando un anillo y dejando el centro vacío. Programar 3 o 4 minutos a una potencia de 600 vatios y cuando empiece a oler a almendra removerlas con la mano cada minuto y seguir calentándolas hasta que estén coloreadas. Sacar las que van tomando color para que no se tuesten demasiado.
Se pueden freír en una sartén o freidora, con aceite de oliva a una temperatura no demasiado elevada, unos 160 ºC para que no se tuesten demasiado y para que el aceite conserve todas sus buenas propiedades. Retirarlas de la fritura con la ayuda de una espumadera de alambre, y volcarlas siempre sobre varias capas de papel absorbente de cocina. Espolvorearlas ligeramente con sal si se quieren saladas.
También se pueden preparar almendras «fritas» en el microondas, y, aunque no se consiguen tan fritas y doradas, si son algo más ligeras porque no conservan apenas aceite. Colocarlas, como si se fueran a tostar, esparciéndolas por los bordes de un plato o fuente, pero pulverizadas con aceite y con un poquito de sal. Removerlas bien con las manos para que se impregnen por igual y cocinarlas destapadas, de la misma manera que las almendras tostadas, pero vigilándolas más porque el aceite, aunque casi no existe, absorbe mucho las microondas y se podrían quemar. También hay que removerlas muy a menudo y retirar las que se van dorando, puesto que no todas lo hacen por igual.
Cuando se va a elaborar con ellas el ajo blanco, conviene hidratarlas previamente cubriéndolas de agua durante varias horas, como hacemos con las chufas de la horchata.
FUENTE: Cristina Galiano.
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